Cuando era pequeña, pensé que sería genial ser Bióloga, porque me llamaba la asignatura. Por entonces ni me imaginaba hasta qué punto podría verme involucrada en ella. Porque, si lo pensáis un momento, todo lo que nos rodea es Biología: los animales, las plantas, el aire, las montañas, ¡hasta nosotros somos Biología! Hasta la médula, literalmente. Desde nuestro más perdido electrón hasta el órgano más grande del cuerpo, la piel, es Biología. Vale que hay muchas otras ramas y otros grados que estudian cada una de las partes más a fondo, como la Química o la Medicina (que por cierto esta última ni siquiera es ciencia, son técnicas), pero
eso es lo que me gusta de ella, que toca todos los temas relacionados con el mundo, sin profundizar, solo para que te percates cuán grande es y que poco sabemos de todo. Cuando comencé la carrera, ya me gustaba, pero ahora es cuando me doy cuenta de que en realidad puedes llegar a amar lo que haces y para lo que te estás preparando y creo, sinceramente, que mis sentimientos por todo esto no quedarán aquí.
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